Yo me considero un guerrero. Un guerrero que se la pasa solucionando problemas por todas partes. Un guerrero con los códigos que esto implica. Me gusta hacer que las cosas pasen. No tengo muchos amigos, pero con los que tengo soy muy mamagallista y de quienes solo espero, que me recuerden como un buen tipo, que por lo general, hacía lo que tenía que hacer... Me encanta la gente que sonríe, aunque los míos creen que soy malgeniado. Detesto a quienes siempre creen tener la razón. Trato de perdonar a quien me hace mal, pero nunca olvido su nombre. Heredé de mi negro la lealtad y la gratitud como cualidades inexorables. Prefiero un no tajante, a un sí a medias. Soy un melómano empedernido. Ahora me gusta más el café que la coca cola, tanto como el tequila. Creo en Dios y soy hincha de la negra guadalupana. Estoy convencido que la vida hay que vivirla intensamente con responsabilidades. Me gusta el aire acondicionado. Me gustan los caballos. Me gustan las historias de Guido Orefice, Vito Corleone, William Wallace, Chris Gardner y Máximo Décimo Meridio. No como vegetales y no tomo leche. Colecciono sombreros. Me desestreso armando legos. Soy hincha del Deportivo Pereira desde que fui su recogebolas. Soy un buen trasnochador. Ahora tengo nueve tatuajes. Estoy feliz porque lo mío no tiene cura. Me he auto diagnosticado como un pirata estoico, que le gusta el olor a pólvora y que puede hallar la felicidad a la vuelta de la esquina. Trato a mis sobrinos y a mis cuñadas, como mi negro lo hubiera hecho. Me parió la mejor conspiradora que conozco. Decidí vivir toda la vida al lado de Sandra, quien me enseñó a bailar salsa. Y amo inmensamente a Salomé y a Samuel, de quienes espero, vuelen tan alto como puedan…
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